A inicios de este año terminamos en Qualia el curso introductorio a la etnografía digital. Pensé mucho en la ruta que debíamos seguir en las sesiones. Me alegró notar que los participantes terminaron contentos y con una noción más amplia del tema, creo que les pareció de utilidad el material bibliográfico que les compartimos.

Una de mis sospechas desde hace algún tiempo es que la etnografía no debería ya tener el apellido de digital, finalmente seguimos interesados en las mismas cosas: ¿qué hacen las personas? ¿cómo es la vida cotidiana de la gente? Claro, ahora debemos mantenernos más atentos a la presencia de lo digital, es innegable que ocupa un lugar en la vida diaria de nuestros colaboradores. Lo que significa también que nuestro trabajo como investigadores adquiere nuevas aristas y matices, cosa nada sencilla para el -de por sí- complejo proceso etnográfico.

También me siento más convencido de una idea que he escuchado decir a Edgar Gómez Cruz en repetidas ocasiones: necesitamos pensar siempre desde nuestro contexto, hacer una crítica profunda a los conceptos que utilizamos, verificar su pertinencia y confiar mucho, muchísimo, en nuestro campo. Los hallazgos si bien están acompañados del trabajo de lectura, lo cierto es que todas las herramientas teóricas tienen un límite explicativo y esa debe ser nuestra principal preocupación ¿qué es lo que he encontrado aquí que puede alimentar el debate académico internacional y predominantemente anglosajón?

Finalmente, esto me lleva a pensar en la importancia que tiene sensibilizar a los estudiantes en esta ruta reflexiva, especialmente cuando la investigación suele enseñarse como una labor aburrida, repetitiva o en el peor de los casos, como un requisito burocrático. En realidad, la investigación permitiría construir redes de investigación más sólidas y requeriría la apertura de espacios académicos donde los estudiantes pudieran desarrollar estas ideas. Me incluyo en esta inquietud.

Un curso breve e introductorio a este tema es quizá poco para el escenario complicado y a veces contradictorio de la labor investigativa en nuestro país, pero para mí ha representado un esfuerzo por construir y colaborar con otros colegas. Establecer esas redes va más allá de simplemente leer, exponer y concluir un curso. Nos falta construir un corpus más sistemático del trabajo que realizamos por estas latitudes y de generar más conexiones con otras universidades fuera de las instituciones grandes y centralizadas.

Aun no sé cuándo abramos la convocatoria para el siguiente curso, el campo sigue cambiando y las vértices temáticas siguen abriéndose… eso siempre es estimulante, pero supone mantenernos atentos a estos cambios en la literatura internacional y ver sus adaptaciones a las condiciones en las que nos encontramos.

Publicado por Iván Flores

Doctor en Ciencias Antropológicas en la UAM Iztapalapa, me interesa pensar la presencia de lo digital en la vida cotidiana así como en el trabajo de investigación.

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